lunes, 12 de julio de 2010

La muerte de la poesía

Desde los anuncios publicitarios hasta la más cotidiana de las conversaciones suelen argumentar que se basan en “hechos científicos” o en datos “clínicamente demostrados”. Esta manía por “lo científico” no es nada nuevo y ya la argumentó mucho mejor Thomas Kuhn.

Sin embargo, a criterio muy personal, creo que algunas disciplinas en su afán de ser aceptadas dentro de la academia científica han renegado de sus conocimientos cualitativos (que, por supuesto, también son científicos) y han ido en pos de datos cuantitativos que poco tienen que ver con la esencia de su especialidad. Estos serían los casos de la psicometría, la sociología, la evaluación pedagógica y la lingüística, por mencionar algunos.

Además de la ciencia positiva, existen otras formas de conocimiento que también son válidas (y no hablo de la religión, como buen agnóstico, conste) pues no todos los métodos que existen son el inductivo y el deductivo. Recordemos que la “ciencia” es solo una forma más de conocer y, por cierto, una de las más nuevas y cambiantes que conoce el ser humano.

Una de estas formas “alternativas” de generar saberes es el arte (a pesar de ser milenario). Como señala Nietzsche, al racionalizar el arte (en este afán de positivizarlo todo) este pierde su esencia dionisiaca y nos enfrentamos a su muerte. ¿Cómo se racionaliza/muere el arte? ¡A través de los absurdos intentos de crear categorías o etiquetas para todo! Por lo tanto, la racionalización del arte ha llevado a su “organización” en géneros, movimientos, artes poéticas y otros engendros demoniacos similares.

Específicamente en el área de la Literatura en español, los géneros literarios se han racionalizado tanto que han terminado por crear separaciones esencialmente absurdas. Por ejemplo, actualmente la lírica se ha separado de la música; en español hoy le llamamos “letra de canción” a los poemas líricos de los músicos (ojo, no poetas) mientras que en inglés, por citar un ejemplo, aún se mantiene el término lyrics.

Esta excesiva racionalización científica –lado apolíneo- ha dejado atrás la oscuridad dionisiaca donde se acomoda (acurruca) el mito; por lo tanto, el arte se ha desmitificado.
En lo personal, experimenté esta disociación cuando en la UVG se me negó el permiso para hacer mi tesis de Literatura sobre la lírica del rock guatemalteco de la década de 1990; me dijeron, básicamente, que eso “no era poesía sino música”.


P.D.: hablando de Nietzsche, si la ciencia mató a Dios… ¿qué pasará cuando se sacralice la ciencia (como en la Cienciología)?

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. No puedo estar más de acuerdo con vos, Javier. Me hiciste recordar aquel hermoso libro de María Zambrano, Filosofía y poesía, en el que se nos explica cómo a partir de la literatura accedemos a un conocimiento que no es racional sino profundamente intuitivo. Acceder, estar en un lado que el racionalismo contemporáneo niega y esconde. Pero siempre tendremos a la academia, y lo que es peor, a los académicos. El fin de semana recién pasado conocí a un señor muy sabio que estaba haciendo modelos matemáticos de las estrucuturas literarias de Borges, por ejemplo. A mi lado, un poeta interesadísimo en que le hiciera el honor de establecer el modelo de sus textos. Eso terminó de hartarme. Primero pensé que había sido la comida, pero luego recordé que la intoxicación había empezado luego de escuchar una variopinta muestra de "poesía genital".

    ResponderEliminar

Cuéntanos algo bueno...