lunes, 6 de diciembre de 2010

Porque no entiendo ciertas vallas


Una imagen antipatriota.

Imagen: Duffboy

jueves, 14 de octubre de 2010

¡Encuentra el error!

Siguiendo la lógica del artículo publicado ayer por Leo, los reto a encontrar el error en el siguiente mapamundi:



¿Lo encontraron? ¿No? ¡Lo que pasa es que no hay ningún error! ¡No está al revés porque el norte es un punto sin referencia de este tipo (arriba/abajo)!

¿Quién dijo que Norteamérica iba arriba de Latinoamérica o que Europa a la derecha? Son puras convenciones humanas donde una ubicación espacial se relaciona inconscientemente con cargas culturales preestablecidas; por ejemplo, ¿quién está arriba, a la derecha del Padre? ¡Europa! Esto es pura Geopolítica.

Se los dejo para que lo piensen, tal vez de ahora en adelante aparezcan mapas "al revés" en las nuevas geografías.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La traba psicológica de nuestras miserias

Me llama la atención unas presentaciones del cd de matemáticas en las que se ejemplificaban las operaciones de conjuntos con los mapas de algunos países. En especial, me llama la atención aquella que hacía alusión, creo yo, al conjunto universal, en la que se hacía una clara distinción entre países del primer mundo (España encabezaba la lista, Canadá y Japón) y aquellos elementos que pertenecían a los países de tercer mundo, valga decir, pobres, subdesarrollados, atrasados, miserables, misérrimos y cualquier denominativo paupérrimo que se nos pueda ocurrir (creo que a este grupo pertenecía Ecuador, Guatemala y no recuerdo que otro paisito “pishmico” de América Latina). Desde ese día, en la cabeza me quedaron dando vueltas y traté de revisar estos conceptos de primer y tercer mundo, que obedientemente aprendí desde que llevé mis cursos de antropología; y que, luego, obedientemente enseñé cuando fui maestro de estudios sociales.

Lo que me llama la atención es la manera tan natural como aceptamos algunas ideas y el prejuicio que nos pueden causar otras. A ver si me explico: hace algunos días se hizo un señalamiento sobre el uso de la palabra “invasión” para referirse a la conquista española en América. Realmente, no se me ocurre con qué otra palabra se le puede calificar a este hecho. Si como dicen por ahí, al pan, pan; y al vino, vino, lo que hizo España en América a finales del siglo XV y principios del XVI fue una invasión; o si se quiere, una conquista; o para usar otro sinónimo, una dominación. Además, de estas tres palabras, no se me ocurre otra que pueda usar para convertir este hecho histórico en un eufemismo. Quizá alguien me diría que emplee la palabra colonización o la expresión gastada de “intercambio cultural”. En ese caso, en la historia de Europa jamás deberíamos hablar de la invasión de los bárbaros, por ejemplo, sino del intercambio cultural entre bárbaros y romanos. El mismo prejuicio nos debería causar hablar de la conquista de Persia por parte de Roma. Simplemente, esto lo aceptamos de manera natural porque está alejado en el espacio y en el tiempo. En el caso que cito acá, la invasión española (y a mi forma de pensar esa palabra es muy acertada) está alejada en el tiempo, pero es algo que atañe directamente a la construcción de nuestra historia y que todavía despierta pasiones tanto en ambos lados del Atlántico.

Ahora bien, regresando a lo de la clasificación de países de primer y tercer mundo, me parece que es una construcción intelectual absurda, producto de la visión europeizante de nuestra cultura occidental que trata de dejar bien claro y establecido, por medios indirectos y sugeridos, que los arios son una especie de raza superior. Ellos, junto con los gringos, los japoneses y un selecto grupo de países que ostentan poder económico son los más interesados en imponer esta configuración, que nosotros aceptamos con la mayor naturalidad del mundo, siguiéndoles el juego y consolidando su poder.

¿Cuál es el parámetro para separar un país de primer mundo de uno que no lo es? ¿El poder económico?, ¿La calidad de vida? Aceptar esto es como dejar que nos sigan vendiendo espejos de hojalata. Si hago esta analogía de los pueblos con las personas, podríamos decir que los ricos son personas desarrolladas; los que viven en asentamientos, subdesarrollados; y nosotros, de clase media, personas en vías de desarrollo. ¡Absurdo! Esto es una visión simplísima de la realidad, tradicional de las “novelitas” donde hay personajes buenos y malos, blancos y negros.

Desde mi punto de vista, esta clasificación es una trampa psicológica en la que caemos y a la que nos acomodamos. Claro, entiendo que la realidad de nuestras naciones es más compleja. Entiendo que durante gran parte de nuestra historia vivimos como peones que ejecutábamos las órdenes de un capataz, ya sea este una potencia extranjera, un terrateniente liberal, un criollo, un conquistador (y de esto no se libra ningún país de América Latina). Pero lo que no entiendo es cómo no estamos dispuestos a liberarnos de estos atavismos que nos condenan a ser un pueblo sumido en el subdesarrollo. Nos dedicamos a cuestionar en nuestros libros aquellas cosas que hacen tambalear las estructuras a la que nosotros mismos hemos cedido el poder; y otras ideas, que refuerzan sus valores, las pasamos por alto. ¿Será que esto lo hacemos por acomodación? Bueno, lo entiendo bien, por ejemplo, en la mentalidad de las ongs y de ciertos organismos estatales que terminan siendo los mendigos del país. Obviamente, ellos deben manejar “lo políticamente correcto” mientras estén chupando el tuétano de las contribuciones que reciben de la comunidad internacional, como Cooperación española, las embajadas, etcétera. De hecho, hasta entre mis colegas artistas me causa cierta repulsión el hecho de que todos sus proyectos giren en torno al patrocinio que le puedan dar estas santas instituciones paternalistas, que se dignan a tirar unas cuantas monedas a los pordioseros que se encuentran en los atrios de las iglesias (eso somos nosotros).

Entiendo que acá no se es pobre porque se quiere, sino porque hay circunstancias históricas que han propiciado una coyuntura. Sin embargo, mientras sigamos aceptando que somos los feos, los malos, los “chucos”, los pobres, los ignorantes, los subdesarrollados, los incompletos y los inacabados, no hacemos nada por cambiar esa coyuntura.

Hace algunos días discutíamos con alguien que el término raza es un concepto superado. Bueno, en particular me interesó este tema. Yo no lo sabía, aunque fenotípicamente para mí la diferencia entre blancos, negros y amarillos sigue siendo muy clara. En algún momento pensé que esto era parte de ese discurso pseudomoralista que relaciona, de manera inconsciente, los colores de piel con la superioridad o la inferioridad racial. De hecho, estoy en proceso de revisar cuánto de cierto hay en esto de que la palabra raza no es una realidad objetiva o si, como otros conceptos, se ha visto salpicado de prejuicios. Creo que lo mismo deberíamos hacer con otras clasificaciones más sutiles que tratan de encajonarnos como seres inferiores, sin decirnos mestizos o indios.
Creer que aceptar que aceptar esta clasificación implica aceptar que los seres de primer mundo ya adoptaron una posición erguida, ya desarrollaron su pulgar y ya fueron capaces de ver hacia el cielo; mientras que los habitantes de países como Brasil y Chile, llamados economías emergentes, son aquellos que están a punto de perder la cola; y no se diga de países como los nuestros que todavía vivimos en los árboles, comiendo bananas y columpiándonos con nuestra cola. ¿Realmente nos sentimos así? Yo invitaría a que si vamos a ser críticos en nuestros materiales, no solo critiquemos aquellos aspectos que hacen tambalear los cimientos de la cultura europea sino también aquellos mensajes que pueden llegarla a reforzar. Mientras no hagamos esto, seguiremos aceptando, aunque sea escondidamente, la superioridad europea. Y de hecho, seguiremos siendo inferiores a los europeos, porque al final, las nociones de inferioridad y superioridad son psicológicas, más que materiales.

lunes, 11 de octubre de 2010

¡El libro ha muerto, viva el súper ebook!


Con esta paráfrasis de Nietzsche* se resume un tema actualmente popular: la profecía de la desaparición del libro impreso. Sin ir muy lejos, la semana pasada se publicaron varios artículos al respecto aprovechando la inauguración de la 62ª Feria del Libro en Frankfurt, Alemania.

En este mismo blog he expuesto ya mi incredulidad en el iPad como producto diferenciado de una eeePC excepto por el precio. ¡No es más que una netbook con pantalla táctil grande! En esta ocasión, me sumo a los que dudan que este dispositivo (o cualquier otro lector como el Kindle) desplacen a los libros impresos meramente por sus “mejoras” técnicas. Un argumento básico sería el precio de estos aparatos que está entre US$ 140 y US$ 750, ¿cuántos buenos libros de bolsillo se pueden comprar con esa cantidad? ¡Y sin preocuparse por romperlos, infectarlos, actualizarlos o recargarles las baterías! Otras ventajas del libro impreso son que se pueden leer de inmediato y reciclarse.

A criterio personal, no creo que la verdadera esencia del debate deba ser si los lectores electrónicos desplazarán al libro impreso sino reflexionar sobre otros aspectos como la calidad de los contenidos literarios e informativos que se distribuirán o la libertad editorial que estas nuevas tecnologías permiten al escritor. En otras palabras, el iPad y el Kindle (como cualquier otro aparato que permita navegar en intenet y leer documentos) ofrecen dos ventajas (liberarse del criterio comercial-editorial y facilitar la distribución masiva) y un peligro (perpetuar la literatura light y el amarillismo).
A nuestro medio no le son ajenos casos como el de Margarita Carrera, quien para publicar su primer libro tuvo que vender su carro (y para cuando me contó esta anécdota no había vendido el último ejemplar), o el de un amigo que fundó la hipotética editorial “¡Con mi pisto sí se pudo!” para publicar su poemario. Es un alivio que ya existan en el país ciber-editoriales como Libros Mínimos, donde se pueden descargar gratuitamente eBooks como la novela “A puerta cerrada” de nuestro conocido Luis Fernando Alejos.

Sin embargo, la reflexión debe hacerse sobre por qué los lectores no usan aún masivamente estos recursos que ya son viejos a nivel mundial (¡por lo menos tendrán una década de existir!). Usualmente se bajan obras difíciles de conseguir (yo bajé el Corán antes de que el 9/11 lo pusiera de moda, por ejemplo) o libros excesivamente caros (conseguí gratis, por ejemplo, “Vigilar y castigar” de Foucault cuando en Sophos vale Q. 210) pero no se suele descargar literatura que ha sido creada para estos fines específicos.

En mi experiencia personal, he leído dos libros en este formato y no me arrepiento de haberlo hecho: la citada novela de Alejos (que para su mayor curiosidad trata, entre otras cosas, de una relación sentimental entre dos trabajadores de una casa editorial guatemalteca) y “Un día después del Juicio Final” de Luis Aristizabal. De la primera prefiero no opinar pues ya platiqué, personalmente con Luis, del tema; pero de la segunda, puedo decir que es una novela interesante con escenas muy bien logradas aunque algunos detalles rompen (casi traumáticamente) la ficción literaria. Imagino que esta novela no pasó por ningún tamiz editorial y es una verdadera lástima porque no llegó a ser la excelente obra que se adivina al fondo.


¿Será esa falta de edición por lo que no “pegan” los libros gratuitos en Internet? ¡Tal vez, pero tampoco debe obviarse que seguramente la joya literaria del siglo XXI será publicada, primero, en estos medios on-line!

* ¡Dios ha muerto, viva el súper hombre!

martes, 5 de octubre de 2010

Linux para artistas

Muchas veces invertimos miles de quetzales en sistemas operativos y programas cuya funcionalidad, en lo personal, me parece muy cuestionable.

A mi juicio, la estafa del siglo XX fue Windows; programa que, a pesar de convertir a la persona que lo distribuyó en multimillonario ni siquiera se adapta a las normas del mercado competitivo. Además, ¿quién vende un producto que al poco tiempo hay que “parchar”? Peor aún, ¿por qué es tan caro un producto que simplemente me permite encender la computadora? ¡Es como comprar una lámpara y, por separado, el switch para encenderla! (Ojo, la bombilla, Office, se vende por separado)

Hagamos números: hoy, para usar una computadora promedio se necesitan tres programas básicos:

Windows 7 Professional Q. 1,650.00
Office 2010 Q. 1,950.00
Antivirus Kaspersky 2010 Q. 200.00
Total Q. 3,800.00

Si además de hacer cosas simples como escribir, navegar o llevar las cuentas de la casa también necesitamos editar imágenes, video o sonido, estamos fregados porque programas como Photoshop, Sonar o Cubase fácilmente pueden llegar a costar entre cinco y seis mil quetzales.

Por suerte, ya existen dos distribuciones Linux especializadas para diseñadores gráficos, músicos y directores de cine o televisión; son Ubuntu Studio y Musix. ¡Estoy tan convencido de la calidad de estos sistemas operativos que además de usar Linux Mint en mi netbook personal, estoy transfiriendo de todo mi estudio de grabación de Windows a Musix!

Tanto Ubuntu Studio como Musix permiten editar gráficas, grabar y editar videos así como producir, mezclar y masterizar audio a través de programas totalmente gratuitos y de tan buena calidad como aquellos por los que usualmente se pagan miles de quetzales. ¿Por qué son gratis? Porque simplemente hay gente que cree en el libre intercambio y manejo de información; por supuesto que no es tan simple, hay toda una teoría del regalo al respecto, para ello recomiendo leer un artículo que publiqué hace algunos años en la Revista Kab´raqän.

Hay varias ventajas pragmáticas más para usar Linux; por ejemplo, no existen virus para este sistema operativo, es mucho más estable que Windows (raramente se queda trabada la computadora), hay miles de programas gratuitos que se pueden descargar y… ¡lo pueden probar sin instalarlo en su computadora!

Desde hace pocos años se crearon los Live-CD y las Live-Pendrive. En otras palabras, se puede arrancar la computadora desde el puerto USB o desde el CD-ROM sin afectar el Windows y los archivos que tienen en el disco duro. Al apagarse la computadora, volverá a arrancar con su sistema operativo de siempre. Actualmente Ubuntu Studio no tiene esta opción*, pero Musix sí. ¡Los invito a probarlas!

*Nota: el sistema operativo Ubuntu (para laptops y desktop) sí tiene la opción de arranque Live.

martes, 24 de agosto de 2010

Trabajo en progreso

"The road to hell is paved with works-in-progress". Philip Roth

Esta frase la "retweeté" o compartí en Twitter ayer. Se me quedó grabada en la mente. Duffboy debe retomar ciertos proyectos. Aquí pueden encontrar otras citas de Roth, autor que desconozco lamentablemente (solo he visto la adaptación fílmica de The Human Stain).

viernes, 20 de agosto de 2010

Una pared chiclosa


Hace unas horas me topé con este artículo en El Chiltepe, blog especializado en diseño, sobre una pared en Seattle, donde más de una década de chicles pegados por peatones la han hecho un punto turístico bastante original. Ubicado en Post Alley, Pike Place Market, desde 1999 que se abandonaron los intentos por limpiar este muro. Curioso: esa bola que nos da asco encontrar debajo de un asiento o mesa, multiplicada por miles y a la vista pública. Pareciera una pesadilla de Willy Wonka convertida en realidad.  

viernes, 13 de agosto de 2010

Desintegración

Desde hace más de un mes acepté el reto de una artista, Janis Zroback, para unir esfuerzos creativos en un proyecto (que inició Seth Apter) llamado DisCo (Disintegration Collaboration): elegir ciertos materiales, exponerlos al tiempo y la intemperie, documentar el proceso y crear piezas nuevas a partir del papel, tela o bolsas de té (algunos de los insumos elegidos por los artistas). Desde hace más de 50 días monté mi conjunto de objetos (postales, una revista y una caja de medicamentos), y todavía no tengo idea del camino final que tomará mi obra. Por ahora comparto con ustedes algunas de las fotos que le he tomado:






P.D. Mi montaje incluye piezas de Álvaro Sánchez, el talentoso diseñador y artista guatemalteco, y del fotógrafo MartiniVision.

viernes, 6 de agosto de 2010

jueves, 5 de agosto de 2010

Lógica y programación = humanística

Popularmente se tiene la impresión de que el desarrollo de dos competencias, la lógica y el lenguaje científico específicamente, pertenecen al área matemática. Incluso nuestro “bien habido” Currilum Nacional Base cae en esta tentación.

Solo quiero recordar que la lógica es, ancestralmente, una de tantas disciplinas de la Filosofía y que el desarrollo del lenguaje científico, entre ellos la programación de computadoras, se desarrolló gracias a los avances de los lingüistas de la Tradición Británica como el primer Wittgenstein y Russel. Personalmente aprendí a programar en Pascal, Cobol y Foxbase cuando estaba en básicos; lamentablemente hoy no recuerdo la mayoría de comandos pero me resultó muy útil precisamente para organizar ideas al redactar.

Acabo de leer en El Periódico un artículo interesante sobre robótica y educación; lamentablemente el periodista y el entrevistado se limitan a ligar la robótica con la Matemática, sin darle la importancia que esta tecnología puede tener en áreas humanísticas como las mencionadas e incluso en la Literatura, donde han inspirado grandes obras como I robot de Asimov y otras obras de la bandada de futuristas que surgió a inicios del siglo pasado.

El artículo en cuestión lo pueden encontrar en este link y de paso me gustaría dejar el gusanito de las ventajas promocionales que este tipo de clubes robóticos podrían tener para una casa editorial…

miércoles, 4 de agosto de 2010

Un poema de Century Gothic Punto 10 o El libro de actas de los sonámbulos

Estoy leyendo Century Gothic Punto Diez, del escritor y artista Alejandro Marré. Anoche fui a la presentación de este poemario (donde, como en un momento de telenovela, me hubiera gustado lanzarle una copa de vino a alguien que sostenía el micrófono, solo para que reaccionara), y me fue grato compartir con un tipo sensible y talentoso como él. Ahora, transcribo:

"Que se permita matar
no es el problema.

La palabra permitir
siempre trae consigo
cierta manera delincuente.

Que tengamos que...
que debamos.

Solos ante los mandatos,
frágiles ante los dictados,
con nuestra cátedra de relevos
aprendida de memoria".

jueves, 29 de julio de 2010

El día que ella lloró

No sé que cruzó por mi mente cuando le dije a Kathy, mi esposa, que Year of the Dog (El año del perro) era una "feel-good movie", una de esas películas que nos dejan sintiéndonos bien después de verlas (Amelie es un ejemplo recurrente cuando hablamos de este tipo de cine). Pocas veces la he visto llorar tanto. La ópera prima como director del también guionista Mike White centra su historia en Peggy, una secretaria con un vínculo muy cercano a Pencil, su beagle cachorro. La muerte de él se convierte en un detonante para la transformación personal de Peggy, interpretada por Molly Shannon como una mujer dulce, con dificultades para encontrar amor del tipo romántico, pero con suficiente bondad en su corazón para abrazar la causa de los animales, incluso a expensas de su carrera y de sus relaciones familiares.

Mientras leo Eating Animals de Jonathan Safran Foer (y recuerdo las lágrimas de Kathy ante una representación del sufrimiento animal, la frustración ante las injusticias a las que se someten perros, animales de granja y demás terrícolas) reflexiono sobre las contradicciones diarias en las que nos vemos envueltos al tomar (o no tomar) en cuenta a otras especies animales, en asuntos a veces tan aparentemente sencillos como lo que comemos. Estas decisiones, como lo señala Safran Foer, tambien repercuten en el medio ambiente; esto podría, además, ser otro incentivo para reflexionar sobre lo que llega y cómo a nuestros platos:

"Our situation is an odd one. Virtually all of us agree that it matters how we treat animals and the environment, and yet few of us give much thought to our most important relationship to animals and the environment. Odder still, those who do choose to act in accordance with these uncontroversial values by refusing to eat animals (which everyone agrees can reduce both the number of abused animals and one's ecological footprint) are often considered marginal or even radical".

domingo, 25 de julio de 2010

Sobre la lectura de la Biblia en las escuelas

Me enteré de la noticia que comenta Javier sobre la lectura de la Biblia en las escuelas por los diarios salvadoreños un día que fui allí a trabajar. El día anterior se acababa de aprobar y me contaron con entusiasmo la decisión que se había tomado. No salía de mi asombro. Creo que los seres humanos somos bastante absurdos. Pero, de todo, lo que más me asombra es cómo creen que con leer la Biblia se va a cambiar una sociedad violenta. ¿Se trata de alguna broma de mal gusto? ¿O en realidad creen que eso sirve para algo?

Por otro lado, y aquí talvez me meto en teología, ¿cómo van a hacer para interpretar los textos bíblicos? ¿Qué herramientas tienen los maestros y alumnos para interpretar textos de tan variada dificultad? Porque nadie me podrá negar que con un texto bíblico se puede justificar desde el nazismo hasta la prohibición de la planificación familiar: la Biblia da para todo.

En fin, no creo que se vaya a caer en un estado teocrático (lo cual no sería el principal de los problemas), sino que me parece que, como bien dice Javier, se trata de una postura intolerante y cerrada, incapaz de apelar al sentido común de los seres humanos.

Por encima de todo, creo que esta propuesta parte de un análisis absurdo sobre el origen de la violencia en nuestros países. Creer que la violencia de las maras es producto de la pérdida de valores es el típico análisis de las clases burguesas y de los aparatos ideológicos del Estado. Es mejor decir eso que confirmar que la injusticia social generada por un capitalismo depredador y desigual ha provocado tal descontento en la mayoría de seres humanos que viven sin esperanza que la violencia es simplemente su consecuencia inevitable. ¿Qué puede sentir un joven que sufre hambre frente a una sociedad de consumo que promueve valores y productos a los que jamás tendrá acceso? Una salida obvia es la violencia. Nosotros no estamos en maras no porque tengamos más valores o seamos moralmente superiores, sino porque no hemos vivido condiciones tan extremas.

Entonces si se trata de valores, promovamos primero la igualdad y la justicia de los salarios, de la distribución de la riqueza, del acceso a la alimentación, la salud y la educación. Esos son los valores que se quebraron, no los que pretenden recobrar con la lectura de la Biblia: la resignación, el respeto de la propiedad privada, la tolerancia de la injusticia, la indiferencia ante la muerte...

martes, 20 de julio de 2010

El eterno retorno de la originalidad


Confieso que soy la peor compañía para ir al cine, a pesar de que ocasionalmente me gusta desconectarme de la realidad por 90 minutos. Al menos eso es lo que me han dicho porque suelo arruinar los finales al “adivinar” el desenlace de la película o por mi patológica incapacidad de sorprenderme ante giros “inesperados” en las tramas hollywoodenses.


Lo que pasa es que usualmente veo que estos éxitos taquilleros no son más que remakes de obras literarias más antiguas y usualmente "exóticas" para el mercado popular norteamericano. Claro está que para el gringo promedio el siglo XIX está insalvablemente lejos y lo más antiguo que su inconsciente colectivo recuerda es la época victoriana. Regresando al tema de los remakes literarios, menciono algunos ejemplos:


  • Matrix es La vida es sueño de Calderón de la Barca, pero con computadoras

  • La playa es la biografía de Charles Baudelaire pero sin drogas, sin sexo ni rock & roll del bueno

  • Los Simpson, la película no es más que La peste de Camus

  • La serie televisiva Lost es La invención de Morel de Bioy Casares pero masticada para mentes en blanco y negro (maniqueístas)

  • Avatar es igual a Tristes trópicos del recientemente fallecido Levi-Strauss (y también con computadoras en vez de selva brasileña)

Así es como “adivino” las intrincadas tramas de estos hitazos del séptimo arte que han sobresalido por su “originalidad”. Claro que aquí simplifico las cosas pues estas películas tienen sus variantes según la época y los gustos del público. No es nada nuevo, por supuesto, que las obras antiguas se usen para generar nuevas, como es el famoso caso de Shakespeare quien en Hamlet se pirateó peladamente la Orestiada de Esquilo, específicamente la primera obra, Agamenón.


Pareciera ser que más que un problema del cine, es una constante humana el regurgitar mitos; por ejemplo, las bacantes (sacerdotisas de Dionisios) pasaron de la época grecolatina a la Edad Media como las valkirias o amazonas. Luego, en El cantar de los Nibelungos, ya se perfilan en Brunilda la tierna Bella Durmiente de Disney y la sensual Sheena de la serie televisiva (que retomó la orientación lésbica del mito). ¿Será entonces que la repetición de tramas solo refuerza aquella popular sentencia que dice que el mito es eterno, como el castigo de Sísifo?

Monumentos cercanos

Si alguna vez nos quedan dudas si todavía existen pequeñas demostraciones de rebeldía ante la inseguridad de nuestras naciones, ¿qué tal la de esta pareja, que fotografié hace algunas noches, en un semáforo (acto que también supone un "riesgo calculado", voltear a ver si alguien sospechoso podría amenazar mi impulso fotográfico)? Ellos se abrazan frente a una fuente viaje, llena de humedad, en una ciudad donde ya se ha vuelto costumbre no salir a caminar, mucho menos de noche.

Imágenes: Duffboy

jueves, 15 de julio de 2010

El Salvador, ¿un Estado teocrático?


A inicios de este mes (el 1º de julio 2010) en El Salvador se aprobó una ley que de verdad me preocupa y escandaliza: para combatir la violencia de las maras, el Congreso aprobó la lectura diaria y obligatoria de la Biblia en todos los centros educativos.

Según el partido GANA, que apoyó esta absurda ley, “se instituye la lectura de pasajes de la Biblia de forma diaria sistemática en todos los centros educativos del país, hasta siete minutos, previo al inicio de actividades académicas de la jornada matutina, vespertina o nocturna, sin entrar en comentarios religiosos, sectarios o denominacionales”. Se supone que el espíritu de la ley es “rescatar valores ante la situación de violencia del país”; pero hasta donde sé, el ser humano siempre está “rescatando valores”, como si se perdieran constante y generacionalmente. ¿No será la memoria la que se pierde?

Mi posición apateísta (básicamente que los dioses, las religiones y la metafísica me importan un pepino) me lleva a preocuparme por la obvia intolerancia que esta práctica oscurantista puede generar en un pueblo ignorante, hambriento y asustado (como también lo somos los guatemaltecos). Entiendo que siendo la Biblia una épica religiosa haya personas que encuentren en ella enseñanzas morales; sin embargo, si ese es el caso, también debió ser obligatoria la lectura de otros libros religiosos como el Corán, el Popol Wuj, el Ramayana, los Vedas y tantos otros similares.

Si se quiere promover valores a través de la lectura (qué triste que la Literatura caiga en un mero funcionalismo) se debería promover la pluralidad y enseñar valores no religiosos de diferentes culturas, y así promover la lectura del Arte de la guerra, las fábulas de Esopo, Edipo Rey, Las flores del mal o la trilogía de Hesse (Demian, El lobo estepario y Siddharta), entre miles de obras más.

Sin embargo, la lectura de un libro que reclama para sí la única verdad divina (¡¿?!) me parece peligroso y, en ese caso, incluso preferiría que el Estado salvadoreño promocionara obras de "superación personal" como los libros de Deepak Choppra, Cuauhtemoc Sánchez, César Guzmán e incluso ¿Qué onda con Carlos Peña?

Por otro lado, como antropólogo, no puedo ser ajeno a esta situación y me planteo:

  • La Biblia presenta ciertos valores, ¿qué pasa con quienes practicamos otros?, ¿serán estatalmente inaceptables (no creo en los valores universales)?
  • Si la violencia de las maras es producto de toda una serie compleja de fenómenos sociales interrelacionados a través de la historia, ¿cómo la lectura de la Biblia lo aliviará?, ¿no será, más bien, una pura legislación populachera?
  • Si la acción del Estado es promover una actitud pasiva como encomendarse a un dios en vez de tomar acciones concretas y de fondo para resolver una situación de violencia, ¿dónde queda la participación ciudadana o la propia ética del Estado?
  • Si El Salvador apoya únicamente a una religión (la cristiana, no hablo de denominaciones), ¿prohibirá otras o la ausencia de las mismas en la vida cotidiana de sus ciudadanos?, ¿se convertirá El Salvador en un Estado teocrático?

Me surgen mil preguntas más como cuál versión de la Biblia leerán o cómo lograrán no hacer comentarios religiosos, pero es seguirle dando vueltas al mismo asunto. Mi mensaje principal es que ojala en Guatemala no lleguemos a promover leyes intolerantes y demagógicas como esta, ahora que estamos ante un año electoral donde muchas de las propuestas políticas tienen bases religiosas. No es una preocupación tan lejana si recordamos que ya tenemos antecedentes como la Ley seca y la de censura al cine y la televisión (no se pueden exhibir contenidos que una comisión intereclesiástica considere “pornográficos”, para quienes no lo sepan).

miércoles, 14 de julio de 2010

lunes, 12 de julio de 2010

La muerte de la poesía

Desde los anuncios publicitarios hasta la más cotidiana de las conversaciones suelen argumentar que se basan en “hechos científicos” o en datos “clínicamente demostrados”. Esta manía por “lo científico” no es nada nuevo y ya la argumentó mucho mejor Thomas Kuhn.

Sin embargo, a criterio muy personal, creo que algunas disciplinas en su afán de ser aceptadas dentro de la academia científica han renegado de sus conocimientos cualitativos (que, por supuesto, también son científicos) y han ido en pos de datos cuantitativos que poco tienen que ver con la esencia de su especialidad. Estos serían los casos de la psicometría, la sociología, la evaluación pedagógica y la lingüística, por mencionar algunos.

Además de la ciencia positiva, existen otras formas de conocimiento que también son válidas (y no hablo de la religión, como buen agnóstico, conste) pues no todos los métodos que existen son el inductivo y el deductivo. Recordemos que la “ciencia” es solo una forma más de conocer y, por cierto, una de las más nuevas y cambiantes que conoce el ser humano.

Una de estas formas “alternativas” de generar saberes es el arte (a pesar de ser milenario). Como señala Nietzsche, al racionalizar el arte (en este afán de positivizarlo todo) este pierde su esencia dionisiaca y nos enfrentamos a su muerte. ¿Cómo se racionaliza/muere el arte? ¡A través de los absurdos intentos de crear categorías o etiquetas para todo! Por lo tanto, la racionalización del arte ha llevado a su “organización” en géneros, movimientos, artes poéticas y otros engendros demoniacos similares.

Específicamente en el área de la Literatura en español, los géneros literarios se han racionalizado tanto que han terminado por crear separaciones esencialmente absurdas. Por ejemplo, actualmente la lírica se ha separado de la música; en español hoy le llamamos “letra de canción” a los poemas líricos de los músicos (ojo, no poetas) mientras que en inglés, por citar un ejemplo, aún se mantiene el término lyrics.

Esta excesiva racionalización científica –lado apolíneo- ha dejado atrás la oscuridad dionisiaca donde se acomoda (acurruca) el mito; por lo tanto, el arte se ha desmitificado.
En lo personal, experimenté esta disociación cuando en la UVG se me negó el permiso para hacer mi tesis de Literatura sobre la lírica del rock guatemalteco de la década de 1990; me dijeron, básicamente, que eso “no era poesía sino música”.


P.D.: hablando de Nietzsche, si la ciencia mató a Dios… ¿qué pasará cuando se sacralice la ciencia (como en la Cienciología)?

Un código de belleza laboral

La publicidad de la compañía de ropa femenina American Apparel siempre ha llamado a la controversia. Hoy, sin embargo, lo que levanta cejas es un código de belleza interno, el cual define la estética general de sus colaboradores. La depilación excesiva de cejas, ya que hablamos de ellas, el maquillaje poco natural, el delineador y los flecos, son vistos con desdén. En el caso de los hombres, su cabello debe lucir natural, nada de productos fijadores que hagan lucir su pelo tieso o grasoso; además, no pueden utilizar maquillaje. Por lo menos la empresa reconoce que la apariencia, en su negocio, lo es todo.


jueves, 1 de julio de 2010

Mi respuesta ante los comentarios sobre el Mundial

Insisto en que no es el futbol lo que cuestiono, aunque a mí me parezca aburrido, sino al negocio de la Fifa. Pero también cuestiono la industria del espectáculo, la industria discográfica e incluso la misma industria del libro. Sin embargo, no me detengo a dar mis puntos de vista particulares al respecto, porque no es ese el punto que estamos tratando.

Pues bien, soy de la idea que todos gozamos de libre albedrío para elegir la actividad que querramos hacer. Yo solo doy mi punto de vista muy personal en el que quiero insistir: no gasto ni mi dinero ni mi tiempo en una actividad tan absurda como el futbol de la Fifa, porque no voy a contribuir a enriquecer una industria que solo se ocupa de explotar sin escrúpulos el paradigma machista de nuestras sociedades patriarcales, y de la cual no voy a sacar nada. Cada quien que gaste sus recursos como mejor le parezca. Para mí, el futbol siempre será el equivalente del circo romano.

Y es que eso es precisamente una de mis más agudas críticas: cómo el futbol refuerza los patrones sociales machistas. Imagínense cuántos padres y madres no hay que desean que sus hijos sean grandes futbolistas. Eso salta a la vista.

¿O díganme ustedes si el futbol no se ha convertido en símbolo que refuerza el sistema patriarcal? Sí, yo sé que más de alguien me dirá que ahora hasta las mujeres juegan futbol, a lo que yo responderé con una sonrisa ante tanta candidez. Por supuesto que hasta las mujeres juegan futbol, pero ¿acaso la "gran fiesta del futbol" es un asunto de faldas? ¿acaso en el mundial que es tan esperado cada cuatro años vemos mujeres competir? No, eso sigue siendo una fiesta de puros testículos. El hecho de que hayan mujeres futbolistas solo demuestra cómo esta industria se ha logrado diversificar.

Del futbol brasileño qué les he de decir. Claro, seguro ha sido una oportunidad para salir de la pobreza para muchas personas, pero es que a mí ese cuento que nos ha pintado la Fifa a partir de Pelé es una historia que peca de exceso romanticismo, que lleva a niveles melodramáticos: el miserable futbolista arrabalero que por una casualidad del destino es descubierto en lo más profundo de su favela y es llevado a la cima del éxito (habrase visto semejante melodrama). Esto me suena a la María que llega por primera vez a la ciudad, trabaja como doméstica en la casa de ricachones, se enamora del señorito hasta que se termina casando con él, y para colmo, la fulana María resulta siendo hija de un apoderado que le hereda semejante fortuna, gracias a la cual la "pobrecita" desafortunada puede compensar su sentimiento de inferioridad social... ¡Háganme el favor! ¿A qué les suena eso? A pura telenovela de la tarde: María de los arrabales.

Ahora bien, para quien me pregunta si practico algún deporte, le he de contestar que lamentablemente ahora no tengo tiempo para hacerlo, pero ese no es el punto. El punto que quiero resaltar es, desde mi punto de vista, la alienación que la industria futbolera ha originado en nuestras sociedades. Cada quien que practique lo que quiera y con quien quiera. Yo he hecho deportes diversos en distintas etapas de mi vida, pero no por eso voy a convertir en un afanado seguidor de un equipo ni me voy a inventar superhéroes donde no hay más que seres humanos comunes y corrientes.

martes, 29 de junio de 2010

De política

  • Siempre me llamó la atención que Mr. Johnson, un excompañero de trabajo, y yo nos lleváramos bien a pesar de tener posiciones políticas y religiosas tan abiertamente encontradas. Paradójicamente, muchas veces llegábamos a la misma conclusión desde vías distintas; por mencionar una: ambos estábamos de acuerdo en que la ONU era una porquería; yo, porque la considero una máquina infernal del capitalismo despiadado (al igual que sus lacayos BID y BM) y él, porque veía en esta institución el último reducto comunista que impedía —a toda costa— cualquier avance democrático promovido desde los Estados Unidos.

    Sale esto a colación, porque hoy eché un ojo al New York Times y las tres noticias principales eran:
  • El FBI y la Interpol desenmascararon una red de espías rusos (por poco escribo soviéticos, jajaja) en pleno corazón de los EE. UU.
  • Petraeus, el nuevo jefe militar máximo en Afganistán admitió que “está difícil la cosa”.
  • El derrame del Golfo de México no cesa y los gringos no hacen nada más que alegarle a la BP pero sin tomar acciones concretas (¿habrían tenido la misma actitud pasiva si la petrolera fuera mexicana y no británica?) .
  • Un reportaje sobre unos programadores de Linux que se han propuesto convertir a Ubuntu (sistema operativo gratuito) en el principal rival del multimillonario Windows 7.

    Me encantaría conocer el punto de vista de Mr. Johnson sobre todos estos asuntos; y de paso, conocer la opinión de todos aquellos que en 1989 celebraban la victoria capitalista sobre el Comunismo (cuando lo que cayó fue una forma política, no una teoría sociopolítica). Esto, por cierto, me recordó un artículo que leí en una revista que me prestó LG (Bajo el volcán, “La crisis capitalista y la respuesta política de la izquierda” de Walden Bello) donde se afirma que la crisis del 2009 no fue un efecto de las inmobiliarias sino una profunda crisis del Capitalismo como sistema económico. Sin embargo, este es un tema extenso para otro artículo.

Yo vengo a ofrecer mi corazón

No, este post no va de la icónica balada de Fito Páez. Es un video musical del proyecto soul llamado Gnarls Barkley, "Who's gonna save my soul", que espero puedan ver en casa. Amor joven, desencantado, honesto... demasiado honesto.

viernes, 25 de junio de 2010

¿Por qué mi aberración al mundial?

A veces me da un poco de pena escribir por estos medios, porque podría parecer poco tolerante (y es que la verdad, la tolerancia no es una de mis mejores virtudes); sin enbargo, quiero aclarar primero que mis puntos de vista nunca van con la intención de agredir a nadie en particular, sino de atacar las ideas.

Bueno, seguramente ya habrán notado mi apatía hacia todo lo que sea futbol y demás agregados. Y quizá nadie me lo está preguntando, pero igual yo lo escribo porque para eso se han creado estos medios (es decir, para expresar lo que uno piensa), pero me permito este medio para criticar esta actividad.

En lo personal, no tengo nada contra el futbol en sí. Incluso, lo jugué en una época de mi vida (época que ahora recuerdo con tanta vergüenza, aunque difícilmente me arrepiento de lo que hago), pero es porque tengo una concepción de esta actividad que va contra mis principios; y si algo considero que debe ser una virtud en una persona es la fidelidad que le guarda a sus principios.

Pues bien, al respecto, me parece una mayúscula tontería perder mi valiosísimo tiempo y gastar mis recursos en esta actividad comercial en la que los jugadores y equipos se convierten en artículos de consumo para, como decía José Ingenieros, "una masa alienada". De hecho, más que vergonzoso que Guatemala no vaya nunca a un mundial (y ni que lo sueñen los fanáticos, porque eso no creo que ocurra en mucho tiempo), es ver cómo la Fifa y demás organizaciones desplegan grandes cantidades de dinero en este deporte, mientras una gran mayoría de gente en el mundo se muere de hambre, y no porque ellas quieran, sino porque en sus países no se dan las condiciones necesarias para aspirar a la riqueza. Muy vergonzoso que un jugador (analfabeta o casi analfabeta, en la mayoría de los casos) gane exhorbitantes sumas de dinero mientras sus mismos vecinos pasan toda clase de penas. Pero más vergonzoso es todavía como la misma gente que Ortega y Gaset, atinadamente dio en llamar "masa" y que yo diría "rebaño", va a dejar su dinero a los estadios y contribuye con ese sistema de consumo para ignorantes.

Al respecto, yo creo que, como en toda actividad comercial, el vendedor se aprovecha de los afectos del público para venderle su producto. Y es que tengo mi propia teoría, muy particular si se quiere, acerca de la atracción que despierta el futbol en las personas, aunque no entienda por qué la gente le hace tanta alharaca (vale decir que no me parece que haya actividad más aburrida que ver un partido de futbol). Pienso que el gusto por el futbol está relacionado con el lazo afectivo y, por ende, con la fijación que podemos tener hacia una figura de autoridad relacionada con el padre. Si nos damos cuenta, a muchas personas les gusta este deporte porque a través de él fortalece su lazo afectivo con el padre o cualquier otra figura paterna. Y es que a mucha gente le gusta el futbol porque lo asocian con el deporte de papá, el deporte masculino, el deporte del patriarcado. Claro, si me preguntan qué pienso de esto, les diré que este no es más que un mecanismo para afianzar los esquemas de nuestras sociedades machistas y paternalistas.

Además, no estoy de acuerdo con el endiosamiento que se hacen de ciertas figuras. Ahora es Kaká, Cristiano Ronaldo, Messi y qué sé yo quién más. Esto solo confirma la necesidad que tenemos de crear dioses que guien nuestras vidas. Admiro a quien dijo que Beckham era más una estrella de Hollywood que un deportista. Díganme ustedes si no tenía razón.

No, me rebelo y me rebelaré siempre contra eso... Nunca he tenido ningún dios, y si algún día lo necesitara, preferiría que ese dios fuera yo mismo.

De Parménides a Borges


Por Javier Martínez

He de admitir que durante mi primera adolescencia (voy como por la sexta, y cada vez más huraño) estaba deslumbrado por el boom latinoamericano, especialmente por Julio Cortázar, quien ya es un lugar común en todo lector de mi generación. Conforme fui leyendo, me empalagué de este tipo de literatura hasta que vomité con Isabel Allende. Por el contrario, debo admitir con toda vergüenza que fue hasta mi primer año de Letras que me interesé por los griegos presocráticos, quienes en vez de empalagarme me siguen atrayendo. De hecho, hoy leía un poema ontológico de Parménides titulado Lo pat-ente según el Ente y resulta que, según este señor, “…del Ente es ser; del Ente no es no ser”. En otras palabras del mismo autor:



“Nunca jamás en esto domarás al no-ente: a ser


Fuerza más bien al pensamiento


A que por tal camino no investigue”


Con esta cita, la relación entre Parménides y Ludwig Wittgenstein se hace evidente: el primero se adelantó más de dos mil años a la famosa frase del vienés, “de lo que no se puede hablar, es mejor callar”. Me sorprendió la relación, no por la similitud del mensaje sino porque me asombra cómo redescubrimos, una y otra vez, el agua azucarada.

En otro apartado de su poema, Parménides se adelanta también unos cuanto milenios al Racionalismo cuando afirma que “…es una misma cosa el Pensar con el Ser”, por lo que el pobre Descartes con su “…pienso, por lo tanto existo” queda como un simplón, sin mencionar que ya también el árabe Avicena había hecho reflexiones similares durante la Edad Media.



Hablar de Avicena siempre me lleva a pensar en Borges; para mí es como uno de esos ejercicios de asociación donde los psicólogos le muestran a uno una hoja llena de manchas fálicas. La asociación Avicena-Borges me llevó a reflexionar que con un solo cuento, “Las ruinas circulares”, el argentino echa por tierra 27 siglos años de filosofía. En esa obra, Borges demuestra cómo en vez de “pienso, luego existo” la cuestión es: sueñas, ¿existo?

martes, 22 de junio de 2010

Dios nos dio petróleo, nosotros lo regamos


Hace unos minutos leía un artículo acerca de la estrategia mediática de BP, la empresa petrolera responsable de la catástrofe ecológica de hace algunas semanas, y recordé este diálogo de una genial película, I Heart Huckabees:

Mr. Hooten: God gave us oil! He gave it to us! How can God's gift be bad?



Tommy Corn: I don't know. He gave you a brain too and you messed that up pretty damn good.


Mr. Hooten: I want you sons of bitches out of my house now!


Tommy Corn: If Hitler were alive, he'd tell you not to think about oil.


Mrs. Hooten: *You're* the Hitler! We took a Sudanese refugee into our home!

Tommy Corn: You did. But how did Sudan happen, ma'am? Could it possibly be related to dictatorships that we support for some stupid reason?
 
Sin duda, el ser humano es muy ingenioso para hacer de su vida algo muy cómodo, sin importar el precio. Lo triste es que futuras generaciones heredarán nuestra falta de visión. Como dicen los delfines en la Guía del Viajero Intergaláctico: "adios, y gracias por todos los pescados".
 
Imagen: vía sofuckingbeautiful

miércoles, 16 de junio de 2010

Apocalipsis tecnológico

Por Javier Martínez

A mi parecer, la humanidad tiene dos leitmotiv: los apocalipsis y la tecnología. Los primeros los asocio a una “super estructura” (diría Marx) relacionada a las necesidades psicológicas como el thanatos freudiano (instinto de muerte) y al instinto dionisiaco de autodestrucción (casi veo sonreír a Nietzsche y a Margarita Carrera). La tecnología como letmotiv, por su lado, es considerada el omnipresente motor del desarrollo histórico occidental si se le concibe como el conjunto que incluye al Ipad, al GPS, al Facebook y la palanca simple.



Esto viene a colación por una noticia publicada ayer en Yahoo!, donde se afirma que en el 2013 habrá un nuevo armagedón tecnológico (ya hubo uno a finales de 1999, para los que no recuerden se llamó Y2K). Según esta noticia, la NASA (paradigma de la ciencia postmoderna, si tal término tiene alguna lógica) pronosticó erupciones solares que dejarán sin funcionamiento buena parte de los sistemas informáticos que actualmente permiten la vida moderna: coordinar el tráfico aéreo, transmitir publicidad por televisión, bajar pornografía gratuita de internet e, incluso, encender la cafetera a distancia (¡¿?!).



Lo triste, es que al reunir todos estos datos tenemos una ecuación trillada: sol = estrella; 2013 ± 2012 = profecía maya. Me pregunto cuántas películas más sacarán antes del 21 de diciembre 2012 sobre esta triste casualidad; y digo triste porque solo respalda el ya gastado estereotipo de “civilización pacífica y científica” que existe sobre los mayas, donde se supone que habían tantos astrólogos como hoy hay vendedores callejeros de tarjetas telefónicas. ¡Si tan solo los herederos del Chilam Balam pudieran demandar por derechos de autor…!

martes, 15 de junio de 2010

La bibliografía de Iron Maiden


Ayer le compartía a Giovanni mi sorpresa al leer sobre la influencia de H. P. Lovecraft en un videojuego icónico, Castlevania. La presencia de literatura en videojuegos es algo innegable, me decía, y confirmaba su apreciación con muchísimos ejemplos. Hoy me topé con un artículo sobre Iron Maiden, la banda británica de metal progresivo, y su fascinación por las referencias literarias. Aunque no aparece Lovecraft (a quien todavía no descubro), y no tenga acceso a los videos que lo acompañan, vale la pena hacerse la pregunta (como estudiantes que fuimos, y seguimos siendo): ¿leer o rockear? El artículo está en inglés y nos pone en evidencia esos bárbaros híbridos de la cultura popular. Abran sus oídos y sus mentes, amigos y amigas, y vean cómo estas piezas rockeras podrían complementar la lectura de obras como Lord of the Flies, Brave New World y The Murders in the Rue Morgue.

martes, 8 de junio de 2010

Secretos hechos y enviados a mano






Desde hace varios años quedé fascinado con este proyecto permanente: Post Secret. La idea: una postal casera, enviada de forma anónima a los organizadores de PS, en el cual se revela un secreto. Cada domingo se actualiza la página. Aunque cada vez estoy tratando de minimizar la cantidad de secretos personales en mi inventario, talvez algún día les envie una postal... una optimista (hay muchas que son así). 

miércoles, 2 de junio de 2010

Miscelánea para volver

Por Eduardo Villalobos


No había leído el blog, y ahora encuentro una atmósfera, digamos, distinta. El blog es un espejo, pienso. El blog, como nosotros, cambia de humor o se entristece o se aburre o se pone más o menos teórico o de repente lanza una broma infantil, casi una mueca, casi un berrinche. También, como los niños, se prepara para la fiesta y para el desorden.

¡Ve qué bonito!, diría Paula.

Lo cierto es que encuentro discusiones bastante estimulantes.

Luis Guillermo, en un registro que recuerda mucho a Hegel, nos pregunta una pregunta que lleva siglos preguntándose: ¿qué es el arte?, ¿qué se puede considerar como tal?, ¿existirá realmente?

Yo digo que sí, a pesar de Hegel.



Merda d'artista, 1961. Piero Manzoni


Y digo más: el arte es un lenguaje depurado (sea este visual, sonoro, escrito, cibernético…) que nos devela nuestra propia condición.

Y agregaría:

Pero no es solo lenguaje, es también una estructura.

Incluso los ready-mades de Duchamp poseen una estructura (voltear el mingitorio implica ya una estructura, es una composición). Y también las instalaciones y los happenings, cuando son buenos.

Su función no es moralizante ni teórica sino fundamentalmente emotiva. De allí el fracaso de la fábula, y también el error teórico de Hegel.

En esa grieta también entreveo el derrumbamiento del arte posmoderno (perdón por la falta de fe).

Y a cada cual le gusta lo que quiera. A Virginia Woolf, por ejemplo, le pareció que el Ulises de Joyce era una obra aberrante. A Lope de Vega nunca le gustó Cervantes. Y viceversa.

Lo que existe es una convención, que ni siquiera es estática, cambia según la sensibilidad del tiempo histórico y de la sociedad, y es también susceptible a las modas.

Por eso de las modas, es probable y hasta esperable que a algún entendido se le ocurra incluir a Paulo Coelho en el canon (ya algunos de nuestros profesores de literatura comienzan a pedirlo para los libros de Comunicación y Literatura).

Hay quienes ven arte en las heces enlatadas de un artista.

Lo importante acá, pienso, es sentir, como en el amor.

No existe aún, pero avizoro un videojuego cuya historia sea tan intensa, cuyo universo sea tan redondo, cuya propuesta visual tan explosiva, que podamos inscribirlo en el corpus de las obras de arte. Antes de que Giovanni nos dé una lista exhaustiva, convengamos en que, por lo menos yo, esperaría una aguda y ácida indagación en la condición humana para el producto que anhelo y espero.

Yo creo que el blog goza de buena salud. Lo que pasa es que nosotros mismos no somos demasiado participativos. Somos, más bien, un poco tímidos, reservados… Vamos, hombre, digámoslo con todas sus letras: no somos dados a la pachanga, al chonguengue, al pipiripau, al bacanal de los gestos magnánimos, al exceso de las noches turbias...

Ah, y los concursos literarios, y la fama literaria, no son más que accidentes del encanto personal y el arribismo social. Por lo menos en la mayoría de los casos…

Selfmarketing creo que le dicen…



La Piojera, Santiago de Chile


En Guatemala no ocurre eso, simplemente porque ni hay espacios ni hay fama ni hay mundo y, perdón si ofendo, casi no hay escritores cuyo trabajo haya alcanzado la depuración formal, la voz propia, la exploración intensa en la vida y el lenguaje como para querer reclamar eso.

Frase de cierre, oída en un bar de Santiago, bullente y rotundo, que se llama La Piojera:

Así es la güevonada, güevón.

martes, 1 de junio de 2010

Hoy pienso en Bulmer (tipografías)

Hace un par de semanas conversaba con LG acerca de la tipografía utilizada en la novela que estaba releyendo (Ash Wednesday, de Ethan Hawke... quisiera creer que no hubo ningún tipo de elemento profético allí) en ese momento: Bulmer. Lo interesante de saber la tipografía empleada en los libros que llegan a nuestros manos, aparte de la cultura general, radica en agudizar nuestro ojo respecto del libro como tal. Aparte, existe un dejo de dignidad en retomar esa información como parte de la obra. Sé que esto aplica, principalmente, a las obras de literatura, que no reciben un tratamiento gráfico intensivo, pero igual, me parece buena idea.

viernes, 28 de mayo de 2010

Concursos y teorías

Por Javier Martínez



Siempre he estado en contra de los concursos literarios; una de mis tantas razones es que los supongo meras justificaciones para que pequeños grupos se premien y alaben mutuamente, alimentando sus egos necesitados de reconocimiento.





Creo, sin embargo, que también pueden existir concursos realmente válidos donde no haya servilismo, negociaciones bajo la mesa ni intereses editoriales de por medio. Aún, en estos casos, dichas premiaciones me siguen pareciendo absurdas porque son los jueces y el método de evaluación en sí (cualquiera que este sea) los eslabones más débiles de la cadena.



Según Wolfang Iser y su teoría de la recepción estética, el lector (juez, en este caso) no es un elemento pasivo en el proceso comunicativo de la Literatura; por el contrario, Iser lo ubica en una jerarquía similar a la del autor porque a través de su lectura la obra se crea y reinterpreta constantemente, alcanzando —de mejor o peor manera— el fin último para el que fue creada.



La Escuela de Constanza, como también se le conoce en la teoría crítica a la propuesta de Iser, nombra a este proceso semiótico como “lectura creativa”. También afirma que, como el teatro solo es teatro cuando de monta en escena, ninguna obra literaria es tal hasta que no haya sido efectivamente leída, y que cada lectura es siempre diferente: tanto porque cada persona tiene su propia interpretación como porque una misma persona que relee variará su interpretación con base a su dinámico contexto sociocultural. Queda, entonces, la obra literaria convertida en un significante maleable, lleno de “espacios vacíos” (así los llamó el propio Iser) susceptibles de recibir cualquier significado que el lector-intérprete quiera (o pueda) asignarles. ¿Qué pasa, entonces, si la obra concursante sufre de una pobre interpretación por parte del juez?



La teoría de la recepción estética implica, por lo tanto, que a pesar de cualquier esfuerzo artístico y literario del autor concursante, la evaluación de su obra estará siempre limitada a la interpretación que el juez-lector pueda darle; esto no está muy lejos, como podrán imaginarse, de la primera propuesta filosófica de Ludwig Wittgenstein cuando decía que “de lo que no se puede hablar, es mejor callar”. ¿Qué pasa si la interpretación que el autor necesita para su obra queda precisamente en esa área lingüística del juez-lector de la que Wittgenstein le aconsejaría callar?



Iser llamó “lector implícito” a este tipo de lector que limita la intensidad de la obra. Humberto Eco, por el contrario, propone que el autor dirija su obra a un lector hipotético, perfecto, ideal, cuyas competencias lectoras y cultura general sean tales que, en vez de limitar la obra, la enriquezca. A tal concepto Eco le llama “lector modelo”, pero esto no resuelve el asunto pues, de una u otra manera, todo escritor (concursante o no) espera que sus lectores sean del tipo modelo y no implícitos.



¿Cómo puede valorar un juez (o cualquier lector) una obra literaria cuando es su mismo ser lo que genera su mediocridad y no un factor intrínseco de la misma? ¿Es ingenuo el autor que presupone a sus receptores como lectores modelo y no implícitos? ¿Queda, entonces, ontológicamente degradado el arte literario en el caso de lectores y editores con interpretaciones insulsas? ¿La “obra maestra” está en la mente del lector y no plasmada en el texto? ¿Puede, según Eco, el lector modelo encontrar arte en el más pueril y panfletario de los textos como Marcel Duchamp encontró arte en un urinal? ¿Puede una misma palabra o frase generar reacciones distintas en la interpretación de cada lectura? Si tal es el caso, ¿qué pasa con lectores extraordinarios como Borges?, ¿se maravillarían ante un texto comercial porque su mente lo refiere –inexplicablemente- a mundos inefables?, ¿es el Aleph “más Aleph” ante los ojos de Borges que de Carlos Argentino Daneri?

lunes, 24 de mayo de 2010

Arte naive y geopolítica

Por Javier Martínez

Los últimos días he estado leyendo sobre un grupo de 1968-1975 llamado The Shaggs y escuchando su única producción discográfica: Philosophy of the World. Hablar sobre las Shaggs es redundante pues, para bien o para mal, la red está saturada ya de biografías, descripciones y opiniones sobre este grupo musical. Para quien no las conozca, resumo su trayectoria: ¡nada!



Los gringos, tan susceptibles a las leyendas urbanas, han creado una más alrededor de este grupo. La historia de The Shaggs tiene de todo: desde suegras videntes pasando por productores que desaparecen con dinero y copias del único disco hasta un padre dominante y puritano que explota a sus tres (a veces cuatro) hijas con posible retraso mental.


El punto es, en breve, que la clasificación de este grupo compuesto por las hermanas Wiggin es tajante: el mejor y más creativo de todos o el peor de la historia de la música. El argumento de quienes creen lo primero es que si la “buena música” se mide por su originalidad, sencillez y autenticidad, entonces Philosophy of the World es la apoteosis de la buena música; quienes creen lo contrario, no tienen más que citar la letra de las canciones y hacerles escuchar dos minutos del disco. Si quieren tener una opinión propia, aquí les dejo el link para descargar el disco completo.


El punto de esta nota no es hacer una apología de las Shaggs; ya Frank Zappa y Kurt Cobain lo hicieron en su momento. Por el contrario, después de trabajar por más de diez años en un estudio de grabación tercermundista y de bajo presupuesto (lo de ´bajo´es en comparación con Abbey Road Records, jajaja) puedo dar fe de que he escuchado otros engendros musicales guatemaltecos tan “originales” e “ingenuos” como ellas.


Solo por recordar a uno de tantos grupos narro la siguiente historia. Creo que era el año 2000 y un grupo de adolescentes aprovechó una oferta de grabación que me había inventado para ayudarme con la reciente remodelación del estudio. Me había endeudado hasta la madre con una computadora y una tarjeta de sonido que supuestamente me llevarían de un estadio amateur a uno “semi-pro”. En las primeras pruebas del equipo ocurrió lo que todo técnico de sonido espera evadir en su vida: latencia; en otras palabras, los músicos tocaban pero la computadora grababa cada instrumento con microsegundos de diferencia, por lo que al unir las pistas se escuchaba un pandemonio músico-digital. Es en vano decirles cuántas veces armé y desarmé la PC, instalé y reinstalé el software, conecté y desconecté las consolas y los micrófonos… ¡siempre había latencia! Tuve, en fin, que pagar para que otros técnicos arreglaran el problema. Pero regresando al tema, un grupo de cuatro o cinco patojos con más ganas de grabar un disco que con una idea artística clara (o habilidades musicales) aprovechó la oferta y acordamos una cita.


Cuando los “músicos” llegaron, la computadora acababa de regresar del taller y no había tenido oportunidad de probarla. Los güiros entraron al estudio, conectaron sus instrumentos y comenzaron a tocar. Yo, encerrado en la cabina, escuchaba las pistas por separado para ir ecualizando y editando sobre la marcha. Cuando por fin tuve algunas tomas terminadas, presioné el botón de play y… ¡el caos otra vez! No supe dónde esconder la cara, pedí disculpas, maldije a los técnicos, a la tienda de computadoras, a la marca de la tarjeta de sonido, etcétera. Con toda la vergüenza del mundo devolví el dinero a los adolescentes y les dije que enviaría de nuevo la computadora a revisar y que les haría el 50% de descuento si regresaban a grabar conmigo a pesar de la lamentable situación.


Efectivamente envié los aparatos a arreglar y me los devolvieron rápidamente; a la semana siguiente el líder del grupo me llamó y concertamos una nueva cita. Previamente me aseguré de que el equipo funcionara bien e hice pruebas hasta quedar satisfecho; me prometí que en esta ocasión no escucharía desde la cabina las pistas separadas sino que escucharía la mezcla final. Así lo hice… ¡y de nuevo, desastres por todos lados! ¡La batería iba por un lado, el bajo parecía interpretar una canción diferente y la guitarra no se había enterado de que aquello era música! Valía la pena preguntarse como lo hizo Soda Stereo en Dynamo: “…y la música, ¿dónde está?, ¿en los cables?”


Como no hallaba razón técnica y tampoco había comunicado mi desconcierto a los músicos sospeche algo: los llamé a todos para que escucharan la grabación en los monitores. ¡Efectivamente, mi sospecha era cierta, ellos no escuchaban nada! ¡No era latencia de la máquina! ¡No hubo error en la grabación! ¡El pandemonio, el caos, el ruido –por mejor describirlo- era el supuesto pop-rock que ellos tocaban! Terminamos la grabación y cuando iba a quemarles el disco compacto hice lo que debí haber hecho desde el primer día: preguntarles el nombre del grupo. Orgullosamente me dijeron que eran los Useless. Con ese nombre, el error había sido sinceramente mío: igual les cobré la mitad acordada y absorbí los costos de la última “reparación” del equipo.


Ahora que leo y me entero de las estadounidenses The Shaggs, cuya música me recuerda misteriosamente a los Useless guatemaltecos, me pregunto: ¿será que también ese disco que grabamos hace casi diez años será hoy (o dentro de cuarenta años más) una producción musical de colección, una joya “de culto”? Si es así, me lleva el río porque perdí los originales de aquel auténtico grupo de pop-rock naive.